sábado, 28 de enero de 2017

AP9

Tras dejar a Xiao y a Antía, Tristán condujo hasta Pontedeume, y allí se metió en el ya histórico Brasilia; la cafetería en la que las últimas generaciones de eumeses (y de visitantes) habían parado día tras día, y fin de semana tras fin de semana. Allí, en uno de sus ya viejos sillones, se paró a pensar en el significado de esa reaparición de las marcas mientras jugaba con la cucharilla de su café; no tenía sentido que,tras un año de tranquilidad mediática y de melancolía propia, apareciesen de nuevo, pareciendo nuevamente algo real.

En estos pensamientos estuvo inmerso hasta salir de la cafetería y subirse al coche para coger el enlace de la AP9 que le llevaría a Coruña. Por el camino intentó ordenar sus pensamientos, recordó como en Suevos, en plena carretera, habían aparecido dos cadáveres momificados con las marcas que ahora tenía Antía; marcas que, casualmente, coincidían con las marcas de Punta Langosteira. Esos cadáveres iban vestidos con un hábito que llevaba escrito "ultreia et suseia"...y las marcas que hoy había visto en la piedra de Breamo llevaban como "compañía" una cruz de Santiago, por lo que la relación aparecía de nuevo.

Estaba claro que tendría que volver a hablar con en Padre Gervasio, el párroco de la Iglesia de Santiago en Coruña, un hombre demasiado cabezota para callar lo que le pasaba por la cabeza; demasiado independiente para escuchar las órdenes de silencio sepulcral que le llegaban desde el obispado compostelano y, sorprendentemente, demasiado "científico" para ser un cura. Así que Tristán lo tenía claro, lo primero que haría al llegar a su ciudad sería ir a la Ciudad Vieja, si el túnel de la Marina no estaba atascado por algún camión como ya era tradicional,y visitar a Gervasio para informarle de su hallazgo.

Era curioso, se sentía vivo al estar en estas lides, la sensación de melancolía que sentía al ser señalado por la calle como "friki oficial el reino" no había vuelto a el mientras estaba de visita por el hallazgo de Breamo, Simplemente era un aficionado a la historia y a los hechos raros que quería respuestas, no era un "encontrador de aliens" ni nada parecido; e iba dispuesto a descubrir qué demonios pasaba con las marcas de las cinco rayas cruzadas. Esas marcas que implicaron su salida de todo el "Grupo Eco", esas marcas que hicieron que los medios lo convirtieran en un paria, esas marcas que hicieron que (decían algunos rumores) determinadas esferas ordenaran ambas cosas...esas marcas que lo aislaron de todo parecía que eran las mismas que le daban vida. Estos pensamientos hicieron que en su boca se dibujase una sonrisa, tras lo cual pensó para sus adentros "estoy volviendo", y eso mismo comunicó mientras cometía una imprudencia conduciendo, cogió su móvil y escribió en un whatsapp:

" Estoy volviendo"

Lo envió y siguió su recorrido por la AP9, una nueva charla con Gervasio le esperaba, y esta vez Gerva no contaba con el.





sábado, 21 de enero de 2017

Breamo

Tristán iba recorriendo en su pequeño utilitario la carretera que une Coruña con Ferrol; la "recomendación" del Eco le había provocado un estado que no era depresivo, pero sí de melancolía continua. Se sentía decepcionado con muchos de los que antes le pasaban la mano por el lomo, pasaron de tomarlo como un profesional a considerarle un friki más, al nivel de sujetos indescriptibles.

En estos pensamientos estaba Tristán cuando se dio cuenta del CD que sonaba en su coche, eso fue lo que por fin consiguió sacarle una sonrisa,era su querido "Cheer up mix", y solo pensar en esos buenos tiempos hizo que al menos sonriese durante un corto segundo, justo el corto segundo en el que se preparó para desviarse hacia la pista que subía a Breamo. Mientras sonaba "Always look on the bright side of life" recorría las curvas y contracurvas de esta pista y llegaba al pequeño aparcamiento que se encuentra al lado de la ermita, allí veía a una pareja de su misma edad (unos treintañeros) que debían de ser Antía y Xiao, los que habían contactado por el...vía twitter.

- Hola Tristán - dijo rápidamente el hombre-  yo soy Xiao y ella es Antía - dijo mientras ella mantenía sus brazos cruzados y le miraba de reojo con aparente desconfianza - somos los que te pusimos el mensaje privado en twitter.

- Encantado - dijo Tristán mientras se peleaba con la bandolera, como siempre, e intentaba ponerse bien el abrigo, como siempre-  contadme, ¿como es eso de que habéis encontrado las marcas de Langosteira aquí?.

Xiao simplemente le hizo un gesto, para que los acompañase. Mientras iba camino de la ermita recordaba visitas previas a esa zona; había ido de pequeño de excursión, había ido con su padre en tres o cuatro ocasiones y con amigos otras tantas veces...y nunca nada le había llamado la atención...nada hasta ahora, ya que nunca había ido hacia el hito meteorológico que marca la altura de la zona y que estaba rodeado de toxos. Con una hoz Antía hizo unos rápidos movimientos y dejó los toxos cortados casi de raiz, lo cual dejó a Tristán alucinado, y simplemente le dijo "mira" mientras señalaba al lado del hito.

Ahí estaban de nuevo, las cinco rayas cruzadas de Langosteira, pero con una cruz de santiago al lado y en una piedra que parecía lo suficientemente atacada por la vegetación para pensar que no era una broma de una asociación friki.

- ¿Ves como es lo que te decíamos? - dijo Antía- además, mira esto - dijo mientras se sacaba la bufanda que rodeaba su cuello.

En ese momento Tristán dio tres pasos atrás, Antía tenía en su cuello la marca de las cinco rayas cruzadas, las mismas de los cadáveres momificados de Suevos, las mismas de las piedras de Punta Langosteira y , ahora, de Breamo; las mismas que él relacionó y le dejaron (qué ironía) marcado. Y ahora teníamos una nueva referencia jacobea, la cruz-espada de Santiago.

Estaba claro, todo volvía a empezar de nuevo, pero ya no tenía la energía y la felicidad de antes para arrancar con la búsqueda el significado.


domingo, 8 de enero de 2017

De nuevo las marcas, de nuevo.

Allí estaba, en la parada del bus, en plena avenida (Ronda le llamaban en Coruña). Tristán tenía su teléfono en la mano mientras miraba la aplicación de la empresa municipal de transportes, el puñetero 14 llegaba tarde, otra vez, y no tenía ganas de hacerse caminando toda la Ronda para ir a buscar su coche al taller.

Iba a necesitar el coche ya que, nuevamente, le habían llamado, esta vez de la zona del Eume; habían vuelto a ver las extrañas marcas en una piedras cercanas a Breamo y querían que el "prestigioso" Tristán Grandal Vilaboa fuese a echarles un vistazo, al fin y al cabo, desde que en la TVG le bautizaran como el "Iker Jiménez galego", no dejaban de llegarle llamadas de este estilo; era ese un mote que no le llenaba, Tristán hubiese preferido ser el "Juan Antonio Cebrián galego", pero ya se sabe, la televisión y las modas mandan. Era un mote que además, profesionalmente, le había afectado, él era un periodista económico (o un economista que juntaba letras, que era como él se definía siempre) del prestigioso diario "El eco galaico", donde incluso colaboraba en su radio y en diversos foros de opinión y tertulias, pero su afición por la historia le hacía adentrarse en cosas curiosas, cosas curiosas que hicieron que analizase ciertas marcas en unas piedras encontradas en Punta Langosteira y que le convirtieron en el protagonista de todo un trimestre del "prime time" de la TVG; protagonismo que acabó con una invitación a "reorientar su carrera profesional" en "otros ámbitos diferentes al periódico".

Y en estas estaba Tristán, con su abrigo tres cuartos, su larga barba bien cuidada, recién visitado el peluquero (realmente la moda hipster le había afectado de lleno) y con su bandolera fetiche recuerdo de sus días más felices con sus apuntes desordenados, esperando por el puñetero 14 y jurando en la lengua de Mordor mientras una señora le miraba e reojo desconfiando de lo que "rumiaba" entre dientes el "modernillo" que tenía al lado. Y así, tras 10 minutos de espera Tristán subió al bus, puso su lista de reproducción en su móvil (quizá solo el no caer en la dictadura del logo de la manzanita era la concesión a no ser un hipster típico) e hizo el rápido trayecto que le hacía recorrer la Ronda.

Mientras la recorría pasaba por barrios que le rememoraban a su infancia, cuando iba a casa de amigos a jugar o incluso a las plazas a jugar con esos mismos amigos; que le rememoraban sus años de facultad, cuando recorría a toda prisa la Ronda para subirse a un autobús universitario; y le recordaba otros años más cercanos de visitas felices a la estación de tren de San Cristóbal, tan curiosa ella, y tantas veces amenazada con ser reformada por los distintos gobiernos municipales. En estos pensamientos estaba Tristán cuando el bus llegó al taller, allí vio su querido coche ya preparado para el viaje y se dispuso a cruzar la Ronda para recogerlo.

Nada más entrar por la puerta tuvo que escuchar como un mecánico le decía a un empleado e la adminstración del taller: "mira, o noso Iker", para luego echar una carcajada; la verdad, Iker le caía bien pero estaba empezando a odiar ese nombre vasco de una manera salvaje. Tras unas rápidas palabras con la gente de la entrada le dieron sus llaves y se montó en su recién reparado coche, tocaba volver a la carretera, en media hora vería en Breamo si las marcas eran como las de Punta Langosteira, en media hora buscaría si había en la zona alguna referencia más al viejo saludo de los peregrinos; "ultreia et suseia".