domingo, 26 de febrero de 2017

Las Esclavas

Le sentó bien la mítica tapa de croqueta de La Bombilla a Tristán, allí consiguió evadirse mientras tomaba un corto una vez se marchó Gervasio. Estaba metido de nuevo en un tema de misterio, ese mismo misterio que le hizo un paria y ese mismo misterio que hace que se esté sintiendo al tiempo un paria y un hombre ilusionado, realmente entender la cabeza de Tristán en muchas ocasiones es todo un reto...para el propio Tristán.

Una vez acabó el corto salió directo a la calle Torreiro y atravesó la zona de la calle Orzán, zona de sus andanzas de juergas universitarias, para llegar al paseo marítimo e ir directo hacia Riazor, concretamente a la Iglesia de las Esclavas. Le venía muy bien esa cita ya que después de ella podría ir al estadio a ver el partido del Dépor, por suerte uno de los miembros de su peña le había llamado mientras estaba con Gervasio ya que sino se perdería el partido (y por ahí Tristán no pasaba), así que esperaba que en la Iglesia de las Esclavas aquella imagen le diese una sorpresa, o al menos que no fuera una imaginación de Gervasio lo de la imagen del apóstol.

El paseo fue de unos quince minutos, se recorrió el paseo marítimo a lo largo de las playas del Orzán y de Riazor mientras ponía a todo volumen una viejas canciones de Deluxe, desde hace años asociaba esa música a esas canciones, por lo que todo era uno. El paseo ya era recorrido por gente vestida de azul y blanco, con sus bufandas y camisetas del Dépor, gente que iba decidida a hacer una buena "previa" antes de ir al partido de esta tarde, y en compañía de esa gente y de su música fue Tristán hasta la entrada de la Iglesia de la Esclavas que sorprendentemente se encontró cerrada.

Extrañado por ese cierre Tristán buscó algún tipo de acceso lateral...pero fue algo infructuoso ya que todo estaba cerrado. Esto hizo que solo quedara el viejo y milenario sistema de llamar a la puerta...sistema complicado cuando el timbre de dicha puerta no suena, por lo que solo qeudó el dudimentario golpe de nudillos mientras gritaba:

- ¿hola? ¿hay alguien ahí?

Tras lo que se escucharon unos decididos pasos que se acercaban a la puerta mientras una voz ronca y con un claro acento asturiano le contestaba:

- ¡Voy!, ¡no grites que no es lugar para ello!.

Tras lo cual Tristán vio a quien le contestaba, era una monja que a él con su metro ochenta le hacía sentirse un liliputiense; una mujer de unos 60 años alta y delgada con cara bonachona que le hacia señas de silencio al tiempo que le recordaba.

- Hijo, en la casa del señor no se grita. ¿qué querías?

Ante eso Tristán hizo un gesto de disculpa demasiado oriental para estas latitudes tan galaicas y le dijo.

- Disculpe, déjeme presentarme, me llamo Tristán Grandal y vengo porque el padre Gervasio, de la Iglesia de Santiago, me dijo que debía ver una imagen del Apóstol Santiago que tienen en la capilla; es por un....por un trabajo de investigación ¿sabe? y querría...

Tristán no pudo seguir hablando, la monja sonrió inmediatamente y le hizo pasar hacia dentro de la capilla con un cariñoso y enérgico empujón que casi lo tira al suelo mientras le decía:

- Ay guaje, ¿como no lo dijiste antes?, pasa hombre pasa. Mira, yo soy la hermana Covadonga - dijo la monja - ya me dijo antes por teléfono "Gerva" que, y te cito textualmente, "va a ir un neno por ahí que es amigo mio a ver la figura del apóstol". Por favor, pasa y mira lo que quieras. Gerva se sorprendió por lo que hacían los vándalos del deporte ya a principios del siglo XX, la verdad es que nunca había reparado en ello pero ¡ya les vale a los de esa época! qué poco respetuosos.

- ¿A qué se refiere?- preguntó Tristán - ¿qué vandalismo dice?.

- Ay hijo, pues a lo que por 1913 llamaban "foot-ball"; que me parece muy bien que se aficionen por el deporte pero marcar imágenes del apóstol es demasiado. Mira la base de la imagen, mira, ¿te parece normal? - decía la hermana Covadonga mientras llegaban junto a la imagen del apóstol al tiempo que señalaba la base de dicha imagen -  luego hablan de los de ahora, pero entonces eran iguales, ¡o peores!.

Tristán observó la base y lo que vio fueron dos cosas que aparentemente no tenían nada que ver, por un lado una inscripción que decía "1913 match de foot-ball del Real Club Deportivo" y justo a su lado...las cinco rayas cruzadas, y parecía que las dos inscripciones se habían hecho al mismo tiempo. Al ver esto Tristán miró a la hermana Covadonga y, simulando tranquilidad, le dijo:

- ¿Le importa que vuelva tras el partido de fútbol?






martes, 14 de febrero de 2017

Iglesia de Santiago

Allí estaban, frente a frente de nuevo Tristán y Gervasio. Tristán no contaba en volver a estar con el viejo párroco de la iglesia de Santiago, en su entrada en ese submundo de lo oculto había conocido a aquel anciano de unos ochenta años pero que tenía la vivacidad, la energía y la ilusión de un crío de quince.

Había hablado con él para documentarse en temas de la Santa Compaña, de apariciones en el cielo de diversas luces y, sobre todo, de temas presuntamente jacobeos. En esto hacía especial hincapié Tristán, presuntamente, ya que era curioso que esas referencias jacobeas no llevasen nunca a Compostela y en cambio sí a Coruña, que nunca se caracterizó por tener buenas relaciones con lo eclesiástico. La aparición en la zona del golfo Ártabro de esas marcas, de esas piedras, de esas señales, eran algo que apasionaba a Gervasio y que le convertían en un crío; y mientras estaba frente a Tristán no dejaba de juguetear con una pequeña cruz de Santiago que usaba a modo de amuleto, tras reparar en que Tristán miraba a su especial amuleto no le quedó otra que romper el hielo.

- Sí, como bien sabes es una cruz y una espada - dijo Gervasio- y pocos lo saben pero podría herir por cuatro sitios: el filo y las tres puntas de su supuesta empuñadura. Párate a pensarlo - dijo ya entusiasmado Gervasio- , son cuatro zonas de herida y las señales son siempre cinco, está claro que solo algo ya marcado puede verse marcado de nuevo por la cruz jacobea.

Tristán lo escuchó y revivió, mil veces había repetido que la cruz-espada estaba relacionada, pero no le había hecho caso. La cuestión es que ahora ya había aparecido en la ecuación la cruz, y esto entusiasmaba a Gervasio, que veía que su teoría era correcta...o que al menos podía encajar en las dichosas marcas.

- Tenemos las marcas en las piedras, en las momias y ahora en el cuello de la chica; y, además, ahora tenemos una cruz de Santiago, mi teoría era cierta - dijo Gervasio con quizá demasiada contundencia y demasiado optimismo.

Mientras lo decía volvía a entrar en los miles de ficheros jpeg que guardaba en su tableta, todos eran imágenes de las rayas cruzadas que se habían encontrado la otra vez...y ahora les había que sumar las nuevas. Era más información a incluir a la que ya ocupaba unos cuantos discos duros y toda una estantería con libros centenarios; Gervasio era un investigador concienzudo, y desde que vio en sus años de seminario un libro llamado "Las cinco marcas jacobeas" no dejó de investigar sobre ello, y en Tristán había encontrado un aliado.

- Te voy a dar una novedad que descubrí el otro día sobre esto; ve a la Iglesia de las Esclavas, allí guardan una imagen muy rara de apóstol que te sorprenderá, es curioso, fui desde pequeño a aquella zona muchas veces pero hasta ayer no reparé en ella - le dijo Gervasio.

Tristán iba a contestar a Gervasio cuando empezó a sonarle el móvil...lo cual no dejó de ser inoportuno ya que escuchar Nothing else matters en una sacristía no es muy habitual, y al coger el teléfono vio que era su amigo Alfonso que simplemente le dijo:

- Neno, ¿vienes mañana al fútbol o qué?.

Tristán contestó afirmativamente a Alfonso y pensó para si mismo: "perfecto, antes paso por las Esclavas, ¡a ver que encuentro en lo que me dice Gervasio".

Tras colgar le dijo a Gervasio:

- Venga, vámonos a La Bombilla, me apetece un corto y una tapa de croqueta.



domingo, 5 de febrero de 2017

Ciudad Vieja

No era sencillo últimamente entrar en la Ciudad Vieja coruñesa; decisiones de múltiples administraciones locales y guerras políticas de distintas administraciones hicieron que ni la peatonalización de la Marina ni el uso de túneles fuese sencillo, nuevamente la cabezonería de muchos afectaba a unos pocos, muy hispánico todo. Así, tras un hermoso recorrido de avenidas y túneles, Tristán aparcó al lado de la Torre de Control Marítimo en el dique de abrigo y se dirigió rápido al encuentro del Padre Gervasio.

Mientras iba en camino pasó al lado de los jardines de San Carlos, donde recordó con alegría las risas que había compartido viendo la premiada frondosidad de sus jardines, e igualmente recordó una de sus primeras apariciones en los medios de misterio nacionales.

Hace unos cuatro años un joven estudiante del colegio Dominicos, situado al lado del jardín de San Carlos, defendía que un súcubo le atacaba cada noche, y que le perseguía cada mañana apareciendose en la calle de Santo Domingo haciéndole imposible la vida. Aparecieron múltiples expertos comentando el hecho; defendiendo que en las instalaciones militares situadas junto al colegio habían ajusticiado a un grupo de presuntas meigas hacía siglos y que no eran súcubos, sino los espíritus de estas meigas los que atacaban al joven estudiante por la noche para "robarle su semilla" y que eran, igualmente, esos espíritus los que le perseguían en su camino a la escuela; defendían que era un claro caso e incluso llegó a protagonizar este chico programas especiales en las radios y televisiones del, ahora odiado por Tristán, "Grupo Eco".

Esos hechos en el "Grupo Eco" hicieron que Tristán empezase a interesarse por el suceso, por ver si el chaval decía algo real o era simplemente una creación de su vivísima imaginación adolescente; y ello hizo que se reuniera con el. Reunión, todo sea dicho, que fue decepcionante para Tristán, reunión que hizo que entrara en ese mundo por la puerta grande, y reunión que hizo que algunos del grupo Eco lo empezaran a tener "cruzado". Lo curioso es que la maldita reunión duró 10 minutos, 5 de ellos hablando con la madre del chaval...y otros 5 para confirmar que el chico en cuestión era un gran consumidor y distribuidor de marihuana.... La explicación al ataque del súcubo era facilmente explicable, valga la redundancia; brutales fumadas nocturnas...y brutales fumadas diurnas que hacían que confundiese a una "clienta" de aspecto gótico con el "súcubo acosador". Deprimente explicación, pero le sirvió para entrar en el mundo que le ha marcado.

En estos pensamientos sobre el "Súcubo de la Ciudad Vieja" estaba Tristán cuando llegó al cruce del Paseo del Parrote con la calle del Parrote, desde donde siguió esa calle hasta llegar a la entrada de la Iglesia de Santa María y Santiago, donde era el "mandamás" el Padre Gervasio. Tristán entró y caminó por su piso de madera camino a la sacristía, y cuando iba a dar unos golpes en la puerta de la misma escuchó:


- Pasa Tristán, a mi también me han llamado para hablar de las marcas de Breamo -  dijo el Padre Gervasio-.


Tristán estaba de suerte, Gervasio ya estaba al tanto, sería más fácil poner cosas en común para volver a empezar con las piedras, las marcas y la relación jacobea de todo.